He escuchado por ahí que ya nada existe. Que la nobleza, la identidad y el verdadero amor son conceptos anacrónicos y obsoletos. Que pertenecen a otra época, que funcionaban en otros contextos, que son recursos inútiles. Esta idea de desierto que crece según Nietzsche o al que el mismo Baudelaire hace también referencia, nos indica una devastación de principios que no sólo alarma sino que desespera.
Puede que tengan razón, tanto uno como otros. Uno no ve que nada de eso abunde por nuestros días e incluso puede que esté bien que así sea. No lo merecemos. No lo buscamos. Muchas veces no hacemos méritos para lograrlo. El desierto nos inunda y no existe un rincón fresco de sombra para descansar de la desazón y la soledad.
Desde aquí, con un pequeño gesto, se tratará de tener una actitud beligerante al inapelable escenario con algunas pinceladas frescas para el alma. Porque como dijo A. Dolina …qué es otra cosa la vida que amor y conocimiento.-
A la sombrita... 